Existe un paralelismo curioso en el proceso de aprendizaje. De este articulo del Pinball, que generosamente nos alcanza Guillem saco dos conclusiones importantes y que procuro trasmitir a mi hijo, la perseverancia y el aprendizaje.
Siempre le explico a mi hijo que todos aprendemos de diferente manera, algunos más rápido y otros más lento, pero con algo de constancia los resultados serán iguales. El proceso es el mismo, se trata de aprender.
Cada día busco a mi hijo en el colegio y nos quedamos en el patio del cole media hora, con sus dos mejores amigos, y yo conversando con los dos abuelos.
Ese día se pelearon por una piedra, tuve que intervenir para separar aquello, una vez establecido el orden me despido, y mi hijo sale llorando amargamente, un llanto muy profundo de dolor. Traté de tranquilizarlo explicándole que por una piedra no podía pelear con sus amigos, me dijo que él sentía un aprecio especial por la piedra. Le propuse salir en busca de piedras y regalar a sus amigos. Pero siguió llorando y tras la historia de la piedra estaba oculto un problema mucho mayor.
Hasta que me lo suelta. Me dice:…. cuando a Lucas lo castigan en el recreo nadie juega conmigo. Me pareció extraño, porque si bien es tímido, no tiene problemas de relación con el resto de niños, le pregunté, y Miguel?, me dice que Miguel no quería jugar a recoger hormigas. Y el resto de niños?,……..no, ellos juegan al futbol. Y tú porque no juegas al futbol con ellos?, porque siempre me quitan la pelota; y los sollozos aumentaron.
Me di cuenta que teníamos complicaciones, yo no sé jugar futbol, en Cuba practicábamos beisbol, nada de futbol, y claro, nunca habíamos jugado con una pelota, y él ya tiene cinco años.
Le dije que el problema era sencillo, que teníamos que practicar y practicar hasta aprender, le expliqué el valor de la constancia. Compramos un balón y lo intentamos él y yo hasta aprender, poco a poco fuimos mejorando, y sigue practicando conmigo, cuando lo hace mal me pide repetirlo para mejorar. Pero siempre era conmigo el juego; yo entiendo que para ser un astro del futbol hay que tener como los artistas algunas cualidades excepcionales que no poseemos, pero para aprender a jugar no hace falta más que voluntad, y esa nos sobraba.
Poco tiempo después fue y se quedó a comer en casa de Lucas, yo llamé a las cinco de la tarde para negociar el rescate de mi hijo (la recogida). Cuando llego estaban jugando futbol, y con agrado vi como su juego era superior, pero por mucho al de de su amigo, por supuesto no dije nada.
El padre propuso ir a su casa, quería mostrarme su consola. En Cuba tampoco tuvimos nada de eso, nunca he jugado ningún juego electrónico ni nada que se le parezca, pero así, nunca.
Los videojuegos los vi por primera vez con algo de 24 años, y como nunca jugué no tenía vínculo alguno que me motivara a jugar.
Pero el padre de Lucas es muy aficionado, cada nuevo juego es el primero en comprarlo, cada nueva consola, y en su casa me muestra aquella maravilla, yo había visto los anuncios en la tele sobre estos juegos inteligentes sin mandos, donde con sensores de movimientos juegas con el contrario. Yo insistí en que nunca había jugado, pero él insistió. El pin-pon fue el juego que elegimos, yo no lo jugaba hacía unos veinte años, pero omití aquello. El primer juego lo ganó pero sin llegar a ser una masacre, cada pelota alta que le mandaba me la devolvía con un remate fulminante. Me percaté que por su lado izquierdo tenía mayores problemas y se lo comenté, no puedo subirte las bolas, debo jugar pegado a la red y lanzamientos a la izquierda. Él comentó que no dejaba ganar ni siguiera a su hijo. Pero no se dio cuenta que lo que yo le comentaba era cierto. Siguió con su juego, y yo modifiqué el mío.
En el segundo juego, ya me decía que le estaba costando más de lo habitual, poco después estábamos prolongando el juego por estar empatados, manifestó que nadie le había dado tanta pelea.
El tercer juego, ya le dije que le iba a ganar, no se había percatado de la progresión ascendente que traía. Ya con 5-1 a mi favor me dijo que me dejaría parado ahí, en cinco, pero acabó el juego con su intento y un 11-4 a mi favor. Por supuesto que me fui, quería dejarlo con la sangre hirviendo por la derrota.
Los niños iban y venían para saber cuál era el padre ganador.
Y lo mismo pasa cada día, en cada una de nuestras acciones y a lo largo de la vida, también en la bolsa, la constancia es una buena compañera, la autocritica es fundamental, saber qué se hizo mal, donde fallamos; si buscamos el culpable fuera, siempre lo encontraremos y con ello la justificación que nos exime de responsabilidad. Y lo que es fundamental, saber identificar las oportunidades, que por lo general están fuera, en la debilidad del sistema, o del contrario, pero puede aprenderse en bolsa como en el pin-pon, observando.
Todos tenemos las mismas aptitudes, esta con “p”, todos somos aptos para lo mismo, pero el 80% de las diferencias las define la actitud, esta con “c”, nuestra manera de enfrentar los estímulos que llegan constantemente a nuestras vidas.
Todo se repite, todos son ciclos, como nuestra vida, como el agua, el oxigeno y la economía. Los patrones se repiten constantemente y pueden ser identificados.
Con algo de constancia se aprende a identificar lo que antes eran problemas y hoy son oportunidades, pero lo que tiene que cambiar es nuestra actitud, la que lleva C. Y eso es lo que pretendo enseñar a mi hijo, más allá de que nos sirva también para la bolsa.
Perdonen tanta muela barata.
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